martes, 21 de julio de 2009

Tu banquete privado.














Me das tus buenos días con una sonrisa

y un apasionado beso. Al rato de tomar

un silencioso desayuno, contemplas

como te contemplo.


Nos sonreímos, juntamos nuestras

manos, y poco a poco la llama crece.


Te arrodillas delante de mi silla y, con

una mirada y un gesto de tu boca, me

invitas a entregarme a saciar tu hambre.


Yo no me resisto y hago todo lo que me

pides. Empiezas tu particular banquete.


Me lames, me chupas, me saboreas, me

exprimes... una vez y otra, no paras, pero

cambias tu estrategia.


Primero suave y despacio, luego más

rápido. Después solo con la lengua.

Continuas con tus labios, sigues

llenando tu boca... y vuelves a empezar.


No tienes fin, hasta que obtienes lo que buscas.


Te llevas mi esencia y con ella en tu poder,

a modo de postre, das por finalizado tu

banquete particular.



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